James Franco (el hijo del Duende Verde en las películas de “Spiderman”) interpreta a Saul, el vago traficante de droga que le vende a Dale una nuevo y exótico tipo de hierba llamado Pineapple Express. Más tarde Dale se encuentra fumando un cigarrillo de esto en su auto, cuando es testigo de cómo un hombre le dispara a otro en la cabeza. Al escapar de la escena del crimen Dale deja tirada la colilla de su cigarro, y es así como el asesino logra identificar al único vendedor en la ciudad que poseía este tipo de hierba: Saul. Así, dos maleantes más son enviados a eliminar a Dale y Saul, cuyo escape se ve seriamente dificultado por el hecho de que pasan la mitad del tiempo drogados, un problema del que en un momento ellos mismos llegan a darse cuenta (el mensaje anti-droga en esta película no podría ser más obvio).
Estilísticamente, la película tiene bastantes puntos en común con “SUPERBAD”: el tipo de humor basado en los diálogos, las escenas largas que se desvían de la trama, las actuaciones llenas de improvisaciones (marca registrada de las comedias producidas por Judd Apatow), etc. Son notables las escenas de Dale (de 25 años) yendo a visitar a su polola de 19 al colegio y teniendo conversaciones incómodas con sus profesores o padres, o Saul visitando a su anciana abuela en un asilo que él mismo paga, según él la razón por la que vende hierba. Incluso la implacable dupla de asesinos tiene escenas graciosas, cuando comienzan a discutir como una pareja casada.
Pero lo que hace de esta película un animal raro y digno de verse es el “otro” tipo de escenas: además de todo lo anterior, la trama incluye una mafia asiática de ninjas, una base subterránea abandonada por el gobierne, una policía corrupta chica pero peligrosa (Rosie Pérez, “Los Blancos no Saben Saltar”), persecuciones, balaceras, y un épico enfrentamiento final plagado de momentos dramáticos dignos de “Duro de Matar”. O sea, “PINEAPPLE EXPRESS” es algo así como “SUPERBAD”, pero con explosiones. Sinceramente no se qué más podría uno pedir.
Como si todo esto fuera poco, la película termina con un toque de maestría: una canción escrita e interpretada exclusivamente para esta ocasión por Huey Lewis, el mismo responsable de la música en “VOLVER AL FUTURO”. Se nota por este y otros detalles que quienes los cerebros detrás de “PINEAPPLE EXPRESS” crecieron en los 80: incluso la vestimenta, las ambientaciones y los autos parecen sacados de comienzos de esa década (a pesar de que no cabe duda de que la película está ambientada en el presente). Además, como ya mencionamos, existen algunas semejanzas con películas del género “buddy movie” (“48 Horas”, “Arma Mortal”), aunque sin caer en la nostalgia, lo que se agradece.
Independiente de toda la parafernalia (por muy buena y entretenida que esta sea), en el fondo esta película se trata sobre lo mismo que “SUPERBAD”: dos amigos que pasan por una situación que pone a prueba su amistad y termina uniéndolos más que nunca. En este caso, se trata de una relación por conveniencia entre vendedor y cliente (como el mismo Dale admite en un momento dramático), que al pasar por persecuciones, una noche en el bosque, encierros, disparos y explosiones, termina convirtiéndose en una amistad de verdad.
Para terminar las dejo interpretando el tema principal de la película, con una sorpresa al final:
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