COMENTANDO "GOMORRA"

A veces en las películas sobre el crimen organizado hay momentos donde a uno se le hace inevitable pensar que todo lo que nos muestran está siendo exagerado, o que los personajes que vemos fueron completamente inventados por los realizadores, para luego sorprendernos al leer que era todo “basado en hechos reales” (“American Gangster” de Ridley Scott es un ejemplo de esto último). Nada de eso no pasa en “GOMORRA”, cinta italiana sobre la más antigua organización criminal del país, la Camorra. Incluso si uno no sabe que la película está basada en un libro del mismo nombre, cuyo realismo es tal que su autor recibió numerosas amenazas de muerte, en ningún momento nos es difícil creer que las situaciones que nos están mostrando son verídicas, por muy crudas que estas sean.

“GOMORRA” es un relato coral compuesto por cinco historias paralelas apenas se cruzan, a pesar de que claramente existen en el mismo mundo. Todas tienen como protagonistas a gente normal que se encuentra marginalmente relacionada a la Camorra: un niño de 14 años que sueña con pertenecer a ella, dos violentos adolescentes que se creen Tony Montana, un talentoso sastre con clientes relacionados a la mafia, un joven que ingresa al negocio familiar de desperdicios tóxicos, y un humilde hombre encargado de entregar dinero a las familias de los gángsters encarcelados. Ninguno pertenece realmente a la organización en sí (los que más se acercan son el niño y el repartidor), pero las vidas de todos se ven profundamente marcadas por su asociación a ella, por muy tenue que sea.

Durante la primera parte de la película, todos, incluso el más inocente de los personajes, logran algún beneficio gracias a su conexión a la Camorra. Los adolescentes se divierten con armas robadas, el niño admira a los gangsters de su barrio, y el resto disfruta de trabajos estables y normales. Mientras avanza la trama y vamos viendo, de forma lateral, como la organización se sume en una guerra interna, estos beneficios comienzan a transformarse en riesgos, físicos para alguno y morales para otros (como el joven, al darse cuenta de la forma ilegal en que su padre maneja el negocio familiar). Al final, todos los que no escapan de este mundo a tiempo pagan las consecuencias. El mensaje no podría ser más claro y obvio, y sin embargo el realismo es tan grande que en ningún momento se siente como una película moralista (comparémoslo con la manera forzada en que nos entregan el mensaje en películas como “Crash”).

Sobra decir que se trata de una película fuerte, con algunos momentos de violencia explícita, aunque al terminar de verla queda la sensación de que fueron muchos más. El ambiente inestable en que viven estos personajes es mucho más efectivo que cualquier escena violenta: nos asustamos más al ver cómo alguien amenaza tranquilamente a un personaje que al ver como lo golpean.

“GOMORRA”, como buena película europea, tiene algunos momentos lentos (especialmente en la historia del joven y su padre), pero en general la tensión es tan grande que las escenas pasan volando. Independiente del tema que se toque, es una película muy bien hecha y altamente recomendable… si pueden encontrar un cine donde la sigan dando.